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jueves, 30 de abril de 2009

Con un largo repertorio que incluyó 50 canciones

“El Rey” no se guardó nada y se apoderó del Saprissa

• Ni la cancelación del primer concierto, ni el temor a la fiebre porcina importaron en una noche en la que las rancheras hicieron de las suyas en un estadio completamente lleno


El más esperado y admirado de la noche, Vicente Fernández, salió a escena a eso de las 8:40 p.m. atrayendo los gritos y aplausos de la multitud.
Por una noche, el Estadio Ricardo Saprissa fue invadido por las botas vaqueras, los sombreros y una completa fiesta, en un espectáculo que a diferencia de lo que algunos pudieron pensar se llenó a reventar.

El Charro de Charros, Vicente Fernández complació a sus miles de seguidores y prácticamente se los “echó al bolsillo” con un repertorio que incluyó 50 canciones.

Tal y como lo había prometido la producción después del fallido primer concierto, El Rey cantó por tres horas y hasta se permitió la posibilidad de escuchar a sus fanáticos, (al menos los que estaban más cerca del escenario) para complacerlos con esos éxitos que no faltan en un tope, en un bar ni en una fiesta cuando suena la música ranchera.

En este concierto se olvidaron los rencores por las muchas horas que miles tuvieron que esperar el pasado sábado 4 de abril cuando se canceló el espectáculo por falta de permisos y tampoco hubo temor por la fiebre porcina. “Chente” encantó a su público que cantó, gritó y hasta bailó muchas de sus canciones.

Una larga noche de fiesta

En las afueras del estadio, los vendedores de cerveza y hasta de tequila hacían su agosto. Y es que el ambiente era perfecto pues los presentes (de todas las edades) estaban conscientes de que disfrutarían al máximo de la esperada velada.

Pese a que las compuertas se abrieron a eso de las 4:30 de la tarde, muchas personas, posiblemente que salían de sus trabajos seguían llegando a las 7 y 8 de la noche.

El espectáculo dio inicio a eso de las 8 p.m. con el ingreso del comediante nacional Roque Ramírez, quien animó muy bien el ambiente ya alegre del Saprissa.

En 20 minutos, el nacional puso a algunas personas a cantar sobre el escenario temas rancheros y con muchos chistes se ganó los aplausos de la masiva asistencia.

Luego le correspondió el turno al conocido mexicano Adal Ramones, quien con una mascarilla salió a escena para entretener al público en una cortísima participación que duró apenas cerca de 10 minutos. “Buenas noches Costa Rica… Sí se pudo hacer el concierto… Contra viento y marea se hizo este concierto”… fueron las primeras palabras del azteca.

El más esperado salió a escena

Con traje de ranchero color turquesa, sombrero color blanco y acompañado por los músicos de su Mariachi Azteca, salió Vicente Fernández arrasando con los aplausos y los gritos de todo un estadio que seguía llenándose de personas ansiosas por ver en vivo y escuchar los muchos éxitos del legendario charro.

A eso de las 8:40 p.m., el público sacó sus cámaras fotográficas y utilizó sus teléfonos celulares para otro fin: captar el momento de la salida del gran artista. En todos sus extremos, el Estadio lucía con pequeñas luces de diferentes colores de los celulares que atrapaban el gran momento del por fin concierto de Vicente.

“No me sé rajar” fue el tema con el que Chente inició su espectáculo. Desde esa primera canción, el azteca estuvo acompañado en los coros no solo por su mariachi, sino por las miles de personas que se sabían muy bien sus canciones.

“¡Vicente, Vicente, Vicente!...”, coreaba la gente cuando el Charro finalizó su primer tema.

“Buenas noches Costa Rica… Por fin se me hace saborear el cariño y sentir la presencia de todos ustedes después de casi un mes… Les prometí que volvía y primero muerto que rajarme”, fue su primera intervención. El público, como era de esperar estalló de alegría y vinieron una vez más los efusivos aplausos e incluso las flores para el mexicano que tomaba cada una de las rosas que le lanzaban.

Con esa caballerosidad que lo caracterizan, Chente saludaba a todos sus fans, desde los que estaban cerca de la tarima hasta los que se encontraban en las zonas de graderías y palco. Y la gente por su parte, con visible cariño y emoción devolvía su saludo.

Y… llovieron las rancheras

La euforia de la gente era tal que El Rey cantaba una canción tras otra; y es que cómo no se iba a contagiar la gente de temas que ni para el protagonista, ni para su público eran desconocidos.

“Por tu maldito amor” , “Mujeres divinas” y “Lástima que seas ajena” fueron las piezas que siguieron y que le permitieron a más de uno “desgalillarse” en momentos en los que El Charro dejaba el micrófono para abrirlo al público.

“Urge”, “Motivos”, “Me voy a quitar de en medio”, “Ni te odio, ni te quiero”, “Para siempre”, “Por una mujer”, “Un millón de primaveras” y “Estos celos” que fue uno de los temas que más euforia provocó en los asistentes y así lo captó muy bien Fernández, pues fue la única canción que repitió durante su extenso repertorio.

Fue tal la admiración de los ticos hacia su artista, que Chente recibió muchas rosas, girasoles, una bandera de Costa Rica que se colocó en la espalda, la besó y la devolvió. También le regalaron un rosario que se puso sobre el cuello y hasta un cigarro que fumó mientras le daba la oportunidad al público de cantar. El Charro por su parte también supo calentar y alegrar más su noche con muchos traguitos de tequila que se tomó durante toda la velada.

Definitivamente el mexicano y su mariachi se lucieron de principio a fin, mostrando sus cualidades no solo personales con la humildad y simpatía que mostró sobre el escenario, sino con cada unas de sus canciones y su potente voz que le permitió incluso cantar a capela al final del tema “Acá entre nos”.

No faltaron por supuesto “La Penca”, ni “El Rey”. La gente por su parte no se cansaba de escuchar éxito tras éxito y por el contrario seguían encantados de tanta buena música.

Por fin a eso de las 11:35 p.m. el azteca se despidió como todo un “Rey” con “Volver, volver”, no sin antes agradecer a su público los aplausos entregados y esperando volver a suelo tico en algún otro momento.

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